miércoles, 14 de diciembre de 2011

LA ENSEÑANZA DE VIÑAS CUÉ
Mara Vacchetta Boggino*

La semana que pasó, el día 7 de diciembre,  los canales de televisión regaron generosas imágenes sobre el desalojo en Viñas Cué, debido a que numerosas familias levantaron carpas en un predio municipal, que además es parte del Jardín Botánico. A nivel de principios, no habrá grandes disensos: seguro que acordaríamos  mayoritariamente  que   cada familia de paraguayo merece ser dueña de la tierra que trabaja. Es en la metodología elegida por los ejecutores de la Ley a la que voy a referirme, apostando a la democracia adulta, de la que estamos muy lejos aún.

Naturalmente nos preocupa  el deterioro del  Jardín Botánico  debido a que sin lugar a dudas,  pobladores de vida  precaria, van a destruir árboles y  animales que pueblan lo que debería ser un  idílico lugar.  Pero el espectáculo dantesco que se nos ofreció se puede evitar en gran medida con autocrítica de parte de las autoridades.  Me decían mis amigos que sería riesgosa la solicitada autocrítica  pues  ya el proceso de democratización tiene muchos obstáculos y enemigos de toda laya como para poner las barbas en remojo.  Sin embargo, la autocrítica es una manifestación de fortaleza. El débil tendrá que mentir escondiendo sus errores debido a que por su falta de autoridad la verdad  le desacredita. En cambio quien acepta críticas a su gestión de gobierno, demuestra un poder  que no tiene  el mbareté que es un pelagatos  “pura imagen”  que teme  se le señale errores… ¡no sea que se descubra que tiene pies de barro!

Obligación  ciudadana. A ninguna persona pensante de nuestro país se le escapa  la vergonzosa situación de los campesinos sin-tierra. Es un asunto  que en nuestro país ha tomado ya características endémicas.  Con la gravedad, extensión y  dilatación del problema, hemos hecho como  ciudadanía tan mal nuestra gestión, que delegamos su  solución  a voceros inescrupulosos,  simples alborotadores, psicópatas,  canallas, que medran con la situación  de estos  necesitados y los agitan para sus fines particulares.                                                                       


La opinión pública dice irreflexivamente: “¡qué le vamos a hacer caso a estos inadaptados! ¡Sus  voceros son tipos que andan en unos 4x4 imponentes!”  Pues sí señores, los psicópatas son una enfermedad moral que designa a sujetos de conducta infame. Es así que gran cantidad de estos conductores, son tipos que buscan su ganancia en primer lugar y descubrieron que se puede lucrar con la necesidad de estos  nómades obligados. Pero es muy grave confundir “la parte por el todo” (lo que en la escuela nos enseñaron se llama “metonimia”). O sea, concluir de ello que si “porque el vocero es un sinvergüenza, entonces, la gente que lo sigue también lo es”.  Insisto: ¡cuidado con esa metonimia!

Los grados de libertad. Tiene más responsabilidad quien más grados de libertad tenga.  El humano que está al ras de la subsistencia tiene menos responsabilidad porque termina moviéndose en el nivel de las necesidades primitivas de hambre y cobijo. En cambio quien puede preparar, pensar, diseñar, programar su accionar, tiene   mayor libertad y por ende mayor  responsabilidad. En ese sentido, entre el joven que tira una piedra en la cara de un uniformado y el uniformado que tira balines a la inmensa cantidad de criaturas del predio invadido, tiene más responsabilidad el que más preparación tiene.  Por eso quiero decir algo a todos los responsables del orden en democracia: “señor policía, Ud. que lleva casco, caballo, cachiporra, protección de pecho y espalda, puede desobedecer la orden por motivos de conciencia y no le pueden echar del trabajo si sus argumentos son los Derechos Humanos, porque vivimos en Democracia.   Si Ud. se niega a pasar la topadora por la carpa de Ña Perica y hacer trizas su olla, su jarro, su vela, su “lampiú”, su zapato-cuéra,  por razones de moral, está en su derecho.  Ya no es la época en que los guardias SS tenían que llevar judíos al horno porque si no serían fusilados. Ellos sí aducían que “cumplían órdenes” inevitablemente.  En efecto, señor policía si Ud. obedece ciegamente una orden atacando a un pobre más pobre que Ud., es un acto reglamentario porque cumple la orden superior, pero es un acto profundamente inmoral…. Es un acto  legítimo pero  inmoral.  Y  además cobarde porque  dudo muchísimo que con la misma ligereza emprenda Ud. la tarea de echar la mansión de un millonario en caso de que la fiscalía ordenara la destrucción de esas basílicas de la corrupción  producto del narcotráfico”.                                                      

En su novela “Memorias de Escorpión”, Efraím Enríquez Gamón  dice “los esbirros del régimen eran brutales con los débiles y sumisos con los de más fuerza y mando”.

Los mediadores.  Se aduce  que los agentes del orden procedieron luego de infructuosas negociaciones. Pensemos que los ocupantes tienen  razón en no creer en los mediadores, que no les daban  pruebas tangibles. Corríjanme si me equivoco pero,  los “mediadores” ¿los llevaron para que viesen dónde iban a vivir luego de ser desalojados?  ¿Se acuerdan que Stroessner daba tierras pero perversamente no daba títulos?  ¿Y a Samaniego cómo creerle si jamás hizo autocrítica? como tampoco lo hizo aún la ANR siendo que la última etapa del coloradismo en el poder fue de una corrupción sin nombre.  ¿Y con los últimos cambios ministeriales, cómo no temer  que las autoridades que se comprometen no sean luego removidas de su Ministerio? En fin, las instituciones no tienen la credibilidad que deberían. Sólo mostrándoles la casa con el título estos campesinos podrían tener fe en  nuestras  palabras.

Los inadaptados. En uno de los canales  una periodista comentaba la invasión y decía insistentemente  refiriéndose a los ocupantes: “los inadaptados”.  Si el día de mañana queremos un electorado maduro, debemos descabalgar de nuestro egocentrismo y asumir que no siempre aquel que piensa contra mis intereses es un inadaptado. Es muy fácil llamar inadaptado a quienes están contra nuestros beneficios inmediatos  y necesitamos un corpus de ideas y valores y estrategias más amplios que no nos pongan necesariamente los unos contra los otros. Para un ciudadano inmaduro “un sin tierra es un ser potencialmente peligroso que va a venir a invadir mi propiedad y yo me prevengo aceptando que la policía le haga cualquier brutalidad”. Para un ciudadano democrático, “un sin tierra es un problema tanto para él como para mí”. NO lo hallo un enemigo sino un paraguayo con un dilema  y su dilema me acicatea a encontrarle una solución, pues su circunstancia  me afecta a mí también”. Yo creo que la solución de Ricardo Franco Lanzetta es una ruta posible: una reforma agraria muy modesta, posible, controlable, gradual… En su propuesta al Partido Febrerista pueden leerse las recetas de este lúcido y comprometido paraguayo.

*Psicoanalista. Integrante de la Asociación Psicoanalítica Paraguaya Arandú (APPA).

miércoles, 9 de noviembre de 2011

LECTURAS 2

SUMARIO
 
Editorial
Lacan, un detalle
 
Documento:
Gombrowicz en otra lengua y sin otra música - Germán García.
 
Clínica
Dossier: Lo que no hace clase - Presentación-
El fin del análisis en el Hombre de los Lobos - Leticia García
Entre dos sillones - Adriana Saullo
De la neurosis infantil al diagnóstico en suspenso - Sebastián Ferrante
El hombre del bosque - Laura Arroyo
La resignificación bajo transferencia - Fátima Alemán
El caso: un juicio singular - Daniela Ward
 
Conceptos
Amor y cambio de discurso. Juan Pablo Lucchelli.
La falta en ser y el significante. Elena Levi Yeyati.
La fundación violenta del universal. Antonio Teixeira.
El refugio en las profesiones. Inés García Urcola
Psicoanálisis y salud mental. María Isabel D`Andrea
Formaciones imposibles.   Mauricio Gonzalez
Psicoanálisis o el arte del vacío. Laila Quintar
Construcciones. Marcelo Ale
 
Conexiones
Eclipsarse de la vida. Catherine Clément
Flexión, intriga y el después en Literal.Enrique Acuña
Presentación de la revista Literal. Verónica Delgado
La ética y lo lúdico en LiteralRamón Tarruela
Rompecabezas de los setenta - Christian Gomez
El trueno entre las hojas - Ofelia Martínez
Poesía ¿y? Psicoanálisis -Verónica Ortiz
De la liturgia al happening - Cesar Mazza
 
Crítica
Cuando suena distinto. Germán Schwindt.
Locuras provincianas Marcelo Izaguirre.
Lo imposible de narrar. Gabriela Rodríguez
Para no leer a Michel Onfray. Alejandro Dagfal.
Los divinos detalles –Curso de J.-A.Miller- Cecilia Fasano
 Presentación de Ensayos lacanianos en México. Gabriel Roel
Acerca de Variaciones sobre psicosis de G..García. Exequiel Jiménez


Extrañeza y extimidad*
                                                                          Por Enrique Acuña

Voy a hablarles de un recorrido por la experiencia analítica a partir de sus comienzos por la angustia y el final por la pragmática del síntoma. Alguien pide un análisis a partir de proximidad de una perdida, “señal de peligro” para Freud, “signo del deseo” para Lacan, es decir la angustia como fenómeno de extrañeza. Luego pasa un tiempo explotando el sentido de las palabras a partir de sus síntomas y al final se separa de algo que es su causa, un objeto que conecta la angustia inicial con otra cosa nueva que es la causa de su deseo. Ese nuevo espacio es la extimidad donde se podría vivir con lo extraño como íntimo y viceversa, por una  suerte de torsión del sujeto con el lenguaje.

Época informada

Primero es necesario diagnosticar la situación del psicoanálisis en la época del imperio de  las neurociencias y de las técnicas que prometen felicidad. Pero no es la neurociencia, o la moda de las primitivas terapias conductuales, que podrían generar el fin del psicoanálisis, sino más bien es la asimilación a la cultura como lo ya establecido: la tradición de los símbolos. El psicoanálisis debería mantenerse como síntoma extraño a la cultura, y a la vez convivir en ella, perturbando su creencia de ser una buena costumbre. Hace poco tiempo conversaba con alguien que me decía que el psicoanálisis sobrevivirá siempre que haya alguien dentro de ese vasto campo cultural que diga “psicoanálisis”, subvirtiendo su uso habitual. Muchos analistas prefieren nombrarse con una “profesión” socialmente bien evaluada –psicólogo, psiquiatra, cientista social- ante la cobardía de no estar a la altura de su acto. Hoy observamos que las profesiones están afectadas por el momento histórico del valor del saber. A partir de la informática es un conocimiento como “información intercambiable” en un mercado con sus leyes, lo que no considera que solo se puede saber lo que cuesta goce.
  
Hacer existir el psicoanálisis es también animarse a su operación, es decir, hacer la experiencia del análisis.  El sujeto no es solo un profesional sino aquel que atravesó la experiencia. Es la idea freudiana de la formación del analista, alguien que se analizó, que puede controlar sus casos, que puede estudiar la teoría pero, sobre todo, que haya llegado a saber algo acerca de su repuesta a la coyuntura de la angustia: ¿qué quiere el Otro? Alguien que quiera hallar su deseo frente al hueco abierto de la significación.

Lo social al diván

Las “crisis sociales” son un buen pretexto para algunos de hacer pasar –coartada- la causa de cada uno en la falacia de lo colectivo, creer mas en un determinismo ambiental. Así, las grandes hecatombes con ayuda del amarillismo de los medios o redes sociales, con modos apocalípticos de decir acerca de lo real, tejen la cultura actual. Crisis que hay que escribir entre comillas. Ellas  tienen carácter sorpresivo, ocurren de golpe, por ejemplo, una bomba que estalla y mata gente, indudablemente ocupa las noticias del diario, nos ocupa a nosotros durante un día y a veces lo espectacular de ese instante, que es la angustia social, olvida que eso puede pasar a ser un relato teñido por la causa de cada uno. Ejemplo el sueño: se impone como extraño al yo, obliga a descifrarlo.

Germán García subrayaba el  hecho que en Argentina en el año 2001, el “cacerolazo”, y la caída de un gobierno, como un instante crítico, él había tomado nota de los sueños de sus pacientes durante esa semana más o menos trágica, y casi nadie habló de lo que estaba ocurriendo afuera, de modo que cada uno tenía su estallido propio. La fantasía interna era el guante de un trauma externo,  las dos caras de  la misma moneda, en tanto sorpresa de un acontecimiento imprevisto. La neurosis es un modo de repetir el encuentro con ese real externo-interno.

De modo que, entre la angustia social por ese instante crítico produce, más bien, una evaluación de factores externos a los protagonistas, anulando al sujeto del inconsciente que está en juego. Por ejemplo, hablar del “trauma generalizado”, hay muchas personas que han sido afectadas, por el 11 de Septiembre en Estados Unidos por la caída de las Torres Gemelas, ¿pero qué ocurre si yo hago hablar a cada uno de los afectados? Voy a obtener un relato diferente al que hace un diario. La filosofía analítica, a partir de Searle, con su teoría del hecho social, plantea que es el contexto lo que determina su validez y su realidad. Un hecho social se interpreta según el contexto y pasa o no, a ser un acontecimiento, es decir una verdad consensuada que no miente. La angustia es algo que no miente, que nosotros cuando experimentamos angustia sabemos, tenemos la certeza, que algo no se puede nombrar, en la anulación del relato, pura experiencia de un displacer. Y ese carácter sorpresivo, inquietante, de la angustia, Freud lo relaciona con una señal del yo ante un peligro…pulsional.

Aparecidos y extrañeza

Lacan subraya que es un afecto que no miento, donde falta la falta, pero que es positivo si sirve para introducir que indica un deseo  al ser señal de un real –algo innombrable- que se puede hablar. Desangustiamos cuando atribuimos una causa a esa nada, es la entrada en el análisis.

Es un trayecto que va desde la extrañeza de una imagen duplicada i (a) , luego la aparición del agujero del nombre en S (A), el Otro barrado, el refugio en una fantasía ($ ^a) luego de pasar por la castración (menos phi). Finalmente de hay una separación donde se extrae un objeto causa de deseo (a) con el que se habita en extimidad.




( - phi ) castración
($ <> a) fantasma

SEPARACIÓN





“a”
Extimidad

S ( A )angustia

APARICIÓN


i (a)  - doble


Extrañeza

A la derecha está la extrañeza como “aparición” de algo sorpresivo. Quiere decir que si el mundo, la realidad, es una ventana que tiene un marco, se incluye una escena principal visible. Se podría decir que en esta sala hay una escena en este punto - alguien hablando- y ese es su foco luminoso. Pero además hay un mundo invisible alrededor de esa escena, que está determinando las condiciones como enunciación: yo no hablaría si no habría este público, que de hecho esta en cierta oscuridad. De modo que la escena está dentro de un mundo.

Levy Strauss en “El pensamiento salvaje” plantea esta diferencia no solamente de la mirada y de la visión sino también del lenguaje. Cuando hablamos, localizamos algunas palabras que son más importantes que otras, entonces en la escena de un mundo en neurótico da a ver sus hazañas de “lo social” pero luego esta solo en el mundo de su deseo.  Efecto del inconsciente como discurso, en el registro simbólico, el sujeto se divide entre enunciado y enunciación. Cuestión muy diferente al registro imaginario del yo y su imagen especular  i (a) que si se desdobla en otro, el doble,  i´ (a´), colma la falta (menos phi), la satura, causando la angustia de no funcionar con un deseo de otra cosa.  De ahí cierto elogio de Lacan al atravesamiento de la angustia en tanto es estructural a la función de la falta como carencia deseante.

De lo siniestro a la extimidad

Freud, en 1919, en su libro “Lo siniestro”, “lo ominoso”, o “inquietante extrañeza”, según cada traducción de la palabra alemana “Unhemlich” que condensa el prefijo “un” –negación-- con “hemlich” que refiere a “lo familiar”. La palabra “unhemlich”, lo siniestro, es la negación de lo familiar, pero mantiene su significación de una “extraña intimidad”, figura lingüística del oxímoron, lo que  mantiene la antinomia.

Se trata de entrar a la casa del Otro, el inconsciente como hábitat de una alteridad que me pertenece, donde lo familiar se vuelve extraño. Así, el mejor nombre a la pulsión es su carácter de exilio interior, dónde ya nada es de uno, sin embargo es la casa de uno.

La experiencia del inconsciente es el lapsus, el sueño, el síntoma, donde alguien dice “No soy yo en ese escenario” .Es el fenómeno –los psiquiatras le llaman despersonalización- una operación donde el yo se ubica en otra escena “yo, es otro”. Pero en un análisis alguien cuenta su inconsciente determinado por alguien que lo escucha con “el poder discrecional del oyente”, el analista que invita a la asociación libre, donde eso va a querer decir algo, tiene intención de significación. No hay ningún equivoco en la angustia, sin embargo si eso se vuelve un síntoma empieza a ser descifrable.

Sin embargo es muy interesante que la psiquiatría- en su manual clasificatorio, haya reducido la angustia a síndromes, a trastornos, disolviendo la clínica clásica a favor de la pastilla. ¿Qué es el ataque de pánico? “Pánico”, si buscan en el diccionario, es algo que ocurre a la multitud, en una cancha de fútbol “la gente” entra en pánico, no hay ningún “alguien” tratando la escena de ese mundo. En “La psicología de las masas y análisis del yo”, Freud atribuye al grupo una identificación propia de rasgos visuales, no rasgos de palabra. Quiere decir que la palabra ahí ha sido anulada en su función de rasgo que marca un cuerpo y predomina la imagen que es un señuelo que esquiva las identificaciones simbólicas.

Los ojos del ojo Nataniel


En el fenómeno del doble, tan frecuente en la literatura fantástica, como la que apela Freud en los cuentos de E.T. Hoffmann a algo a lo cual nos identificamos. EL hombre de la arena remite a un universal complejo de castración. El cuento habla de Nataniel, un niño que recuerda una angustia infantil, cuando por las noches visita a su padre un amigo que se llama Coppelius, quien se sienta junto a su padre al lado de un fuego. El niño había escuchado de su madre la amenaza que si no dormía temprano, vendría “el hombre de la arena” y le sacaría los ojos. Esa amenaza hace que, cuando aparece Coppelius tirando unas brasitas al fuego, él cree que Coppelius es el Hombre de la Arena, tirando sus ojos arrancados al fuego.  

Pasan muchos años, ya estudiando en la universidad, se encuentra en una plaza con alguien que –ahí esta la raíz significante- se llama “Coppola”.“Copp” es lo que lo une a Coppelius. Coppola es un oculista que vende objetos de la óptica. Entonces ese óptico dice “Bueno, si no vas a comprar las gafas, al menos tengo bello oco”, que Freud prefiere ponerlo en italiano porque remite, de alguna manera,  a esos ojos –objeto extraíble del cuerpo como las heces- que podría haber arrancado el hombre de la arena. La amenaza de castración se activa en la angustia actual.

La angustia es “ante” ese peligro externo pero estaba de “antes” en la historia del sujeto. Retroacción del objeto de la angustia, -como el objeto de un amor (agalma) que se pierde- se pasa al objeto perdido, causal (palea), dice J.-A.Miller.  Es una anterioridad lógica, en una causalidad temporal del verbo en un “habrá sido siendo”, del futuro anterior.

Retroactivamente, la neurosis aparece en dos tiempos. El adulto tiene en este encuentro con el significante (Coppola-Coppelius), la figura de la amenaza de castración de un padre. Luego el remate final: Nataniel está con su novia y compra unos largavistas, que le permiten ver en el balcón vecino la hija de un profesor. Ese profesor se dedica a fabricar cosas automáticas, relojes, que por animismo se vuelven autómatas como la muñeca Olimpia. Nataniel ve en ella a la hija del profesor, ve una figura de una mujer como si fuera una muñeca viva, entonces él  se enamora de esa mujer que no sabe decir muy bien quién es. Pero al cual lo que observa desde el balcón, desde lejos, es que los ojos se le pueden sacar a esta muñeca, como a él en su fantasía de castración. Pasa un tiempo, se va a una plaza, sube unas escaleras que llevan a lo alto de un campanario con su novia y, de golpe, mirando la plaza ve a Coppelius en Coppola, extrañeza del doble en dos vertientes: a partir del significante y a través de los ojos de Olimpia él puede ser arrancado de sus propios ojos. Unheimlich, siniestro, Nataniel va a arrojar a la novia del campanario. Viene alguien, la salva y termina él  tirándose a la plaza. Objetivado en lo que cae.

Freud en este cuento demuestra un desdoblamiento en el nivel significante y un desdoblamiento en el nivel imaginario. Lacan en el seminario X, La angustia introduce la extrañeza, en el nivel perceptivo -lo que provoca un fenómeno de afanisis imaginaria, donde se duplica la imagen del yo en el otro i (a). Lo que le ocurre a Nataniel es eso, ve en Olimpia sus ojos en pérdida. Y termina arrojándose él, o sea no es un ojo que se pierde sino que es todo él el que se pierde en el acto suicida.

Falta una palabra para nombrar ese objeto “ante” el sujeto,  ahí viene a presentificarse algo suplementario, un más, que es en este caso de la despersonalización imaginaria es la aparición de un otro. Aparece i (a) desdoblado ahí donde tendría que estar menos phi, o sea la castración imaginaria. Entonces i (a)´ tapona menos phi´, luego falta la falta.

En las psicosis, donde un esquizofrénico puede decir, como hace la paciente que dibuja un árbol con unos ojos y dice “Io sono sempre vista”, se le pregunta ¿Usted es siempre vista? Y le contesta “No, yo soy la vista” De modo que ella no hace la operación de una escena que esta a ver y hay otro que la mira como un actino,  sino que ella es el ojo mismo que mira el mundo, de modo que se objetaliza.

En la neurosis, si hay análisis la angustia se transforma –si sabemos operar con la interpretación- en un síntoma, desangustia porque permite una atribución causal, que es correlativa al sentimiento de culpa.

Ahí Lacan introduce la dialéctica de los dones: “Dar lo que no se tiene…” en el amor, falta en la deuda.  Oposición de juegos en la histérica cuando da sus “pequeñas nadas”, ahí donde el obsesivo –dador universal-  sueña con taponar con su oblatividad, aunque quede en deuda desde la economía del tener. Pero ceder su objeto de angustia en el análisis supone para el neurótico, que ella no vale más que eso, lo que se puede saber del deseo y luego  implica habitar su falta en ser.

Con el síntoma se hace relato, por ejemplo alguien viene y dice “No puedo dejar de  drogarme”. Luego: “Yo no le pido que usted se drogue”. Entonces: “Ah, usted no me pide que yo deje de drogarme!” Es un equívoco, entramos en un malentendido. Pero operatorio porque el equivoco permite salir del agujero que se abrió en el inconsciente.

El chiste de la libra de carne

Extimidad es un neologismo inventado por Lacan que condensa “exterioridad” e “intimidad”. Entonces al final de un análisis deja de ser una operación de pura intimidad como una confesión o una extrañeza, se puede recién habitar algo que me pertenece pero, a la vez, empiezo a operar en el mundo –quiero decir en la sociedad- con lo que antes era rechazado. No se trata de la vulgata psicológica de “asumir el síntoma” sino que sabe hacer con él como una pragmática.

Mi pecado dejo de ser pecado, no es la absolución cristiana, es que hay un alivio de la angustia y del síntoma, es un efecto terapéutico. A la vez hay un efecto sobre el lenguaje, donde surge el buen chiste como agudeza articulada. Es la estructura del witz.  La escuela que crea Lacan incluye un dispositivo “pase” donde cada uno va a contar cómo invento su singular salida a la angustia, al síntoma y es un relato en forma de witz.

Esto quiere decir que el psicoanálisis provoca el desplazamiento de lo imaginario a lo simbólico y luego a lo real. Lo real quiere decir: algo con el cual tengo que empezar a hacer otra cosa. No es lo mismo sufrir de un apellido por mi padre, heredado de mi padre, que hacer de eso la divisa del deseo de analizar, el deseo del analista.

Hay un cambio de sentido en el pasaje de lo trágico de los comienzos a algo cómico final, pero ¿cómo podría uno burlarse de su propia caída?, otro oxímoron como unheimlich es   tragicómico, en tanto junta dos palabras: lo trágico con lo cómico. Entonces salimos de un análisis transformando la tragedia en la parodia. Decimos “tragicómico”, sin olvidar que hubo una tragedia pero podemos hacer con ella un witz, una agudeza, podemos decir algo justo antes que ceder la angustia con un trozo de real biológico, con un realismo del fragmento del cuerpo, sin  pagar la libra de carne como en “El mercader de Venecia” de Shakespeare. Referencia de Lacan en su seminario cuando dice de esta comedia:

“Viene muy bien para recordarnos que la ley de la deuda y el don –este hecho social total, como lo expresó Marcel Mauss –(…)no le debe su importancia a ningún elemento que podamos considerar como tercero, en el sentido de un tercero exterior –intercambio de las mujeres o de los bienes, como lo recuerda Lévi-Strauss en sus Estructuras elementales — sino que lo que está en juego en el pacto no puede ser y no es mas que la libra de carne, que debe ser tomada como dice el texto de El Mercader, de muy cerca del corazón”

En esa obra, la trama se teje cuando Antonio, el mercader, pide dinero prestado a Shylock, el prestamista judío que vive en el gheto de Venecia, en siglo XVII con un pacto extraño. El prestamista funciona como aquel que exije que si no devuelve el dinero en un plazo de seis meses, deberá pagar con la libra de carne (flesh). Una libra de carne tomada cerca del corazón. Y Antonio, el que toma el dinero prestado para su amigo que viaja a seducir a la princesa de los tres cofrecillos, no cumple.

La salida cómica a lo trágico es que este Antonio al no saldar su deuda, se somete a un juicio publico en Venecia y el prestamista dice “Vengo a cobrar, debe devolver con su libra de carne, como pactamos.” La solución ingeniosa bajo la pluma de  de Shakespeare es que la dama que estaba en juego, la princesa, viene de su isla, se disfraza de abogado y defiende a Antonio. Hace un planteo ligado a las leyes de la época, donde argumenta que para sacar esa libra de carne tan cerca del corazón, como dice el contrato, debe ser sin plus: “Cóbrese,  el prestamista del mercader, una libra de carne porque éste no pago” pero agrega: “Atención! si usted derrama una gota de sangre sobre el suelo veneciano de más, que no es la libra de carne en deuda, usted pasa a ser inculpado, por cobrar de más.” Eso convence a los jueces que están ahí y el prestamista retrocede y es castigado por fraude. Entonces hubo una agudeza. Es decir que la salida que le da Shakespeare, permite un buen joke, permite que haya una articulación de lo simbólico en lo real.

Final y salida de la angustia, donde el objeto real del cuerpo, el recorte de carne, como un ojo, una boca, las heces,  ya se vuelve irreal y verdadero al tomar la consistencia de un elemento separado del lenguaje. Ahora, es la risa del Otro que libera un afecto diferente a la angustia inicial. Ese objeto que surge como lo mas propio de la extimidad y se escribe (a).-    
(*)- Este texto abrevia la conferencia dada en Asunción, Paraguay, el Sábado 17 de Septiembre de 2011  con el título “La angustia social y el síntoma en el diván”, en el marco del III Encuentro del psicoanálisis con la historia y la cultura, convocado por Asociación Psicoanalítica Paraguaya Arandú (A.P.P.A.), la Asociación de Psicoanálisis de La Plata (A.P.L.P.) y la Asociación de Psicoanálisis de Misiones (A.P.M.). Desgrabación Germán Tor, corregido y resumido por Enrique Acuña.
Notas bibliográficas:
(1) - García, Germán: Actualidad del trauma. Ed. Grama, Bs.As., 2005.
(2) - Miller, J.-A.: La angustia lacaniana. Ed. Paidos, Bs.As., 2007.
(3)- Lacan, J. El seminario, libro X, La Angustia. Ed. Paidos, Bs.As. 2006.
(4)- Freud, S.: Lo siniestro. O.C. tomo 3. Ed Biblioteca Nueva, 1981.-.
(5)- Shakespeare, W.: El mercader de Venecia. Ed. Planeta, Barcelona, 1994
(6)- Hoffmann, E.T.: Cuentos I. Ed. Alianza, Madrid, 1985


* Publicado la  Revista FRI(X)IONES -entre el psicoanálisis y la cultura- Año 1. Nº 1
Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM), Posadas, Primavera 2011.

LECTURAS





Revista
FRI(X)IONES
-entre el psicoanálisis y la cultura-

Año 1. Nº 1
Primavera 2011


CONTENIDO

EDITORIAL

Editorial, por Christian Gómez


CIUDADES

La invención del analista o la suspensión del buen gusto por Germán García
Tribulaciones de Macedonio-autor por Ana Camblong
El sillón fuera de contexto por Martha Bordenave
El arte como política de lo real por Malena Teijeiro
El tiempo de vivir, tiempo de recordar por Mara Vacchetta
Posadas des-memorial por Teresa Warenycia


EXPERIENCIAS

Extrañeza y extimidad por Enrique Acuña
Una nota de lectura sobre el estilo antitrágico por César Mazza
Cuando las etiquetas se despegan por Marcelo Ale
¿Qué nombran las adicciones? El sujeto y el goce por Fernando Kluge
¿Qué encierra el objeto de arte? La mirada como real por Lorena Danieluk


HUELLAS

El normal medicado por Germán Schwindt
La ética del psicoanálisis por María Isabel D'Andrea
Psicoanálisis y salud mental: políticas de lo posible por Germán Britch
La ley, el sujeto y el goce por Marcela Romero
Psicoanálisis: historia y política por Rodrigo Cibils
Subjetividad y juventud encarnacena por Dolly Sosa
Sobre la actualidad de la psicosis y sus tratamientos por Julieta Ríos


LETRA CHICA

Ese silencioso sonido solitario por Leticia García
El derecho y el revés por Claudia Espínola
Vida de Lacan por Carlos Wall
Pasión y encanto en la experiencia analítica por Germán Tor
Sobre políticas y publicaciones por Adriana Gómez
Selva, cultura y las palabras-alma por Ricardo Fava


CUENTA GOTAS

Captar las formas de lo indefinido. Entrevista al pintor Zygmunt Kowalsky
Literatura regional e identidad por Luis Angel Larraburu


STAFF:

Asesor:
Enrique Acuña

Director: 
Christian Gómez

Comité de edición:
Martha Bordenave
Adriana Gómez
Rodrigo Cibils
Claudia Fernández

Corresponsables:
Buenos Aires: Emilio Vaschetto
La Plata: Leticia García
Córdoba: César Mazza
Corrientes: María Isabel D'Andrea
Paraná: Marcela Romero
Resistencia: Julián Barreda
Encarnación: Dolly Sosa
Asunción: Mara Vacchetta


CONTACTOS:
revistafrixiones@hotmail.com

martes, 20 de septiembre de 2011

RECORDANDO A LACAN: EL REFUGIO DE LA CULTURA (1 DE 4)


jueves, 15 de septiembre de 2011

PRE-TEXTOS

HACIA EL TERCER ENCUENTRO DEL PSICOANÁLISIS CON LA  HISTORIA Y LA  CULTURA
 El síntoma de cada uno en la cultura globalizada

*Síntoma analítico y síntoma social
*Psicología de las masas y política del psicoanálisis
*El inconsciente entre lo cultural y lo singular
*Futuro del psicoanálisis en la sociedad global

16 y 17 DE SETIEMBRE
SALA MOLIERE ALIANZA FRANCESA
(MCAL. ESTIGARRIBIA 1.039 C/EE.UU.)
Asunción - Paraguay
 INFORMES: (0984) 285-073, 210-382, 210-503, (0981) 965-332


Con este pequeño envío Cecila Fasano saluda desde La Plata, provincia de Buenos Aires, la realización de este III Encuentro del psicoanálisis con la historia y la cultura.
Christian Gómez

Espacios de discusión
Por Cecilia Fasano
Freud fue un ejemplo de lo que significa estar en un permanente ejercicio de argumentación al punto de inventarse un interlocutor al que llamo “juez imparcial”, ¿Qué quedo de la política freudiana? Porque hoy (salvo por supuesto, honradas excepciones) asistimos a un modo que más tiene que ver con la fascinación por un saber con el cual no se opera, una fascinación con la obra freudiana (o lacaniana) pero sin consecuencias o en todo caso con la consecuencia de un saber enciclopédico, que se puede repetir muy bien, pero que está lejos de constituirse como un “saber-hacer”.
Entonces, puesto que el analista existe en una ciudad y “lo efectivo es lo que se hace en público”, qué es lo que efectivamente ocurre, en esta ciudad?
Coyuntura interesante para propiciar espacios de discusión, que permitan poner en tensión las investigaciones realizadas con las que están porvenir.
No desconocer las producciones locales y estar atentos a los propios procesos de construcción teórica es una política. El progreso del saber es posible si se produce un verdadero intercambio de ideas, donde las diferencias se debaten con argumentos sólidos basados en la experiencia clínica y en la investigación, de las que puede surgir (o no) el consenso. De lo contrario, es inevitable quedar entrampados en un masaje narcisista o en un “delirio de dos”, más cerca del oscurantismo que del psicoanálisis.
Un saludo cordial

PRE-TEXTOS

HACIA EL TERCER ENCUENTRO DEL PSICOANÁLISIS CON LA  HISTORIA Y LA  CULTURA
  El síntoma de cada uno en la cultura globalizada
*Síntoma analítico y síntoma social
*Psicología de las masas y política del psicoanálisis
*El inconsciente entre lo cultural y lo singular
*Futuro del psicoanálisis en la sociedad global

16 y 17 DE SETIEMBRE
SALA MOLIERE ALIANZA FRANCESA
(MCAL. ESTIGARRIBIA 1.039 C/EE.UU.)
Asunción - Paraguay
  INFORMES: (0984) 285-073, 210-382, 210-503, (0981) 965-332



Diana Lesme, quien estará presente como expositora en este III Encuentro ya inminente, sitúa en este envío dos ejes a partir de los cuales se pueden pensar las instituciones educativas a la luz del psicoanálisis: la promesa, fallida, de felicidad como bien común y los esfuerzos por establecer pautas universales de acotamiento del goce.

El malestar en la cultura (Sigmund Freud, 1930) es el prisma a partir del cual la autora lee los fenómenos específicos de violencia en un contexto que sitúa como posmoderno. A lo irrealizable del programa del principio del placer se une lo fallido de las pautas simbólicas en tener a raya a un retorno siempre sorpresivo de la pulsión en su insistencia de satisfacción. 


Paradojas del ser hablante, el goce habita también esos dispositivos de establecimientos de límites que son las instituciones educativas, lo cual recuerda la afirmación freudiana de lo imposible de la empresa de educar. 

Christian Gómez




Malestar y la Violencia en las escuelas posmodernas

Lic. Diana S. Lesme Romero

Llevo algún tiempo pre- y ocupándome de las distintas manifestaciones de violencia escolar, como expresiones de un malestar progresivo en los espacios escolares. Advirtiendo vivencias de los chicos desde dentro y desde fuera de la escuela, intentando colaborar para el despliegue de potencialidades del niño, la niña y los adolescentes y principalmente, para que los que trabajamos con ellos evitemos adherirnos, consciente o inconscientemente, a mecanismos que discriminen, agredan, manipulen y violenten las particularidades de los sujetos, las familias y los grupos. Las inquietudes planteadas en esta contribución se relacionan con el sentido de la experiencia escolar para los chicos, o su falta de sentido, y su relación con la producción y sostenimiento de malestares importantes.

Ya nos advertía Freud (1929) en su obra Malestar en la Cultura que las instituciones, que hemos creado los seres humanos para protegernos y procurarnos bienestar (refiriéndose principalmente a las instituciones clásicas de la modernidad: familia, iglesia, y escuela), son fallidas desde su concepción y además dificultan nuestra vida cotidiana, en tanto el sufrimiento es “natural” al ser humano. Desde la relectura de esa obra, se puede pensar que el espacio escolar es uno de los espacios donde las personas buscan “ser felices”, eterna ilusión humana, ya que sabemos, que lo que nos impone el principio del placer, es básicamente irrealizable. Esto no es igual a decir que hay distintas formas de “acercarse” a un bienestar subjetivo.

El diccionario de Lengua española define malestar como una “indisposición o incomodidad imprecisa1”. Es interesante notar en esta definición que la fuente de incomodidad es imprecisa, no se relaciona con algo o alguien específico, una suerte de intranquilidad indefinida. Esa incomodidad, que Freud la explica inicialmente como una “tensión” del cuerpo en relación a las necesidades fisiológicas del ser humano, luego inunda el cuerpo, el pensamiento y hace una trayectoria singular en la búsqueda de bienestar y felicidad.

La felicidad es efímera y su búsqueda implica todo un trabajo. La omnipotencia oceánica,  narcicística de satisfacción total, al modo de funcionamiento primario del lactante se verá limitada por el NO, como primera ley organizadora. Este mecanismo por el que se asume la falta,  el agujero, el límite, permite que  el sujeto renuncie a ese  goce primitivo, que se ha perdido para siempre. Esa pérdida (paradójica para el pensamiento contemporáneo) exige que para “ser” hay que “tener” o sea, renunciar a algo preciado para tener algo que dota de menor omnipotencia pero que permite la existencia humana. Dicho de otro modo: para vivir, habrá que renunciar a la omnipotencia narcísica. Esa pérdida, es la que posibilita al ser humano instituirse como tal. Constitutivamente estamos limitados, divididos en esa búsqueda, de algo que ni siquiera sabemos que es. En algún momento de la historia de la humanidad se creyó que era la religión el camino a la felicidad, luego se depositó confianza en la ciencia, y así se fue avanzando, a partir de las frustraciones, el descreimiento, la desconfianza en las instituciones, hasta el momento actual en que seguimos debatiendo sobre la búsqueda de la felicidad.
La escuela es en sí una gran limitadora a la completud anhelada por el YO, en tanto representante de un orden, de las normas, lo que en teoría debería ayudar para el proceso de asumirnos como sujetos divididos ante la ley (entre lo que uno es y lo que debe ser, entre lo que quiere y lo que debe). A la ya fallida institución escolar como espacio de búsqueda de la “felicidad”, se suma que la escuela posmoderna pretende ubicarse como reguladora de la experiencia escolar de los protagonistas del quehacer educativo en su totalidad, no permitiendo quiebres, incompletudes, incertidumbres. “Porque sos un estudiante de tal colegio, tenés que ser así”, impone etiquetas, tradiciones (algunas violentas), como si hubiera, una única forma de alcanzar algo de bienestar. Ante las imposiciones del sistema masificador de búsqueda de sentido, surgen los malestares y las diversas manifestaciones de éstos, una de las cuales es la violencia, en cualquiera de sus formas; como caminos alternativos para esa búsqueda.

Extendiendo la noción de expresiones de violencia escolar, presto el concepto de Violencia Simbólica, de Pierre Bordieu, sociólogo francés: “cualquier tipo de agresión que no se da en el plano de lo físico o real(por ejemplo un golpe, un grito) sino en el plano de la significación, de las representaciones impuestas a los sujetos dominados por parte de los sujetos dominantes, incluyendo: visión del mundo, roles sociales, estructuras mentales”. Es el poder “invisible” que se ejerce desde el ocultamiento, y tiene como objeto promover sumisiones que no siempre son distinguidas como tales, por estar sustentadas en expectativas colectivas, en creencias socialmente inculcadas, transformando las relaciones de dominación y de sumisión en relaciones afectivas, las naturaliza.

Siendo fiel al concepto, en realidad la tarea educativa para la cual es creada la escuela, ya es violenta, porque selecciona unos contenidos, imponiéndolos, reproduciendo un sistema de dominación social, con un currículum “oficial”, elegido y seleccionado por el estado, sustentador del monopolio de la violencia simbólica legítima, y una “apuesta”, quizás la principal, en las luchas simbólicas por la imposición de la visión del mundo. Visión monopólica que deja de lado la posibilidad que estudiantes y docentes busquen - y encuentren - un sentido a su experiencia escolar y laboral respectivamente. Esto supone que desde el poder oficial de la escuela, se hegemonizan las formas de ser, de vivir, de educar, de trabajar. Todos tienen que hacer lo mismo de idéntica manera, dejando poco o ningún lugar para la apuesta subjetiva que implica apropiarse de la experiencia escolar, del mejor modo de aprovechar los espacios escolares.


No se trataría entonces de que la escuela imponga mecanismos, formas de “ser”, de vivir la experiencia escolar, sino de cooperar con espacios, mecanismos que favorezcan la búsqueda, tanto individual como colectiva de formas propias, y también temporales de disfrutar la “cosa” escolar.


Concluyendo, si el sufrimiento es constitutivo del ser humano, y en la falta, en los límites se hace cultura, la escuela, como institución oficialmente autorizada para ello, tiene la responsabilidad de revisarse continuamente y de cambiar su función, sus mecanismos. La escuela posmoderna pareciera estar como “perdida” en esos avatares. La tentación de mi impregnación posmoderna es decir que la escuela debería “recalcular” el rumbo, las rutinas, los espacios escolares (como dicen los GPS cuando uno “perdió el rumbo”) aunque no se puede recalcular porque el bienestar humano no es “calculable” con formulas únicas, que sirvan para el colectivo. No hay un GPS para administrar las frustraciones culturales y sus implicancias. Nuestro transitar se caracteriza esencialmente en esta era por el movimiento ágil y los cambios. Es en ese oscilar donde nos vamos construyendo cotidianamente como eternos aprendientes, pseudo magos sin magia ni rumbos convencionales determinados, convocados a pensar, a construir una forma novedosa de convivencia escolar, que con sentido crítico, flexibilidad, tolerancia, responsabilidad, formación y pasión hagamos esfuerzos para promover que los niños y los adolescentes que habitan la escuela encuentren caminos que no hagan más pronunciado o sirvan de sostenedores del malestar contemporáneo.

Y esa es tal vez, una apuesta del psicoanálisis en este escenario: abrir caminos y espacios alternativos para pensar o tal vez para reinventar la escuela como contrapunto a la escuela generalizante, dominante desde esa “agenda oculta” social, que genera malestar y violencia institucionalizadas y crecientes.