Objetos de necesidad y objetos de
deseo y los
tiempos que corren
tiempos que corren
por Hugo Espínola Morel
Había escrito un primer trabajo para
este Encuentro (trabajo al que me
referiré a continuación) , donde hablaba del deseo , la adicción y la crisis de
la autoridad paterna y cómo estos operaban . Lo cual me llevó a investigar conceptos muy , muy de
la primera época del desarrollo del psicoanálisis, que según mi entender
explican adecuadamente el asunto , sin mayores embrollos. No obstante, algo ya
me daba mala espina, algo no encajaba
del todo, hasta que lo presenté a Mara y ella me sacó de la duda que me causaba
inquietud , de un sopetón – me dijo sin
más ni más- “ mirá querido , ellos están
en la segunda clínica de Lacan y vos estás presentando la Traumdeutung”. Me
lo dijo con justa razón que era de Perogrullo el tema. Ahí caí
redondito y me dije – “Hugo te quedaste
en el tiempo, como si el tiempo validara lo reciente como nuevo y más eficaz”..
Esto me llevó a un recuerdo de la
época de mi infancia, donde ingenuamente pensaba que si corría tan rápido tan rápido - y ciertamente lo hacía
creyendo que llegaría en un momento en un tiempo antes de salir-, estaría en un tiempo pasado. Entonces
controlaba con reloj el tiempo de salida y de llegada y siempre quedaba
decepcionado porque no pasaba nada. Vaya ingenuidad, que no sé si ahora soy más
ingenuo que antes!.
Esta cuestión de los tiempos que
corren y del tiempo mismo es un tema que quiero tocar, tomando como
referencia bibliográfica al último y
seguro que mejor _ porque lo último es lo mejor según los consumistas - trabajo de Jacques- Alain Miller “Todo el mundo es loco”. Y no
es que dude de que sea el mejor, de hecho su lectura es muy placentera porque
uno no necesita tener el diccionario de Psicoanálisis Lacaniano para leerlo,
pareciera despojado de conceptos tan difíciles y lo aborda desde la
cotidianeidad de la vida sencilla.
Los objetos de necesidad y los
objetos deseo siempre estuvieron presentes en la vida de las personas, en todas
las épocas, sólo que ahora hay más objetos de deseo que de necesidad. Tal vez
haya más necesidad de mantener al deseo taponado, cosa que no ocurre. Al
contrario esta búsqueda de obturar el deseo,
es directamente proporcional a los objetos que compramos. Es decir a
mayor cantidad de objetos más vacíos nos sentimos. Pero esas son las reglas de
juego, caso contrario te quedaste en el tiempo y te miran como si fueras un
bicho raro.
El tiempo, parece que es un
condimento que se agrega ahora a los objetos nuevos de deseo. Los tiempos
corren y no podemos perderlo, tenemos que correr a la par del tiempo o mejor
más rápido que el tiempo. Las cosas se miden por el tiempo. Una vez fui a una
tienda a comprar una computadora , y el vendedor después de mucho explicarme
que tal máquina era mejor porque era más veloz
- “ésta tiene 2 gigas y esta otra 4 gigas” “¿, y esto que significa?”,le
había preguntado,y me respondió que no necesitaba esperar tanto tiempo para
descargar un video, no tengo que esperar ver girar y girar el circulito en la
pantalla , de un flash tenés la información
- , o sea ahí está otra vez el tiempo, el tiempo que corre. Lo inmediato es
lo mejor. También me acuerdo cuando
miraba trabajar a mi padre en la carpintería, los trabajos duraban mucho
tiempo, porque eran artesanales y sus clientes debían estar munidos de mucha
paciencia, que generalmente no tenían y papá terminaba perdiendo algunos
clientes porque todos siempre estaban apurados, competían con el tiempo. Hasta
los medicamentos ahora están medidos en su eficacia por el tiempo, así hay
medicamentos de acción inmediata y esos son los más requeridos y mejores.
Esto es preocupante para nuestra
técnica psicoanalítica, pues ella no
está del lado del corto- placismo, pero
¿será que nuestra sociedad estará munida de la paciencia para escucharse a sí
misma, puesto que corre a la par del
tiempo o más rápido que él?. Rápido tal
vez como aquella idea mía de mi infancia, cuando pretendía ingenuamente que la velocidad me
llevaría a un tiempo atrás. ¿por
qué nosotros como sociedad tenemos esa
premura de vivir como si fuésemos a
escapar y a escondernos de algo, como si
el tiempo estuviese por acabarse?.
Lo cierto es que los tiempos corren,
y debemos acompañarlo, producir más rápido, comer comida rápida, leer más
rápido, hasta pensar más rápido, no detenerse. Detenerse es sinónimo de atraso.
Esto piensa generalmente el hombre de a pie de las grandes ciudades. Cuando uno va por el interior de
Paraguay, basta con pasar por la Cordillera, donde está la imponente basílica
de la Virgen de Caacupé, para sentirse como si el tiempo se detuviera. Las
personas, sentadas apaciblemente frente a sus casas tomando tereré, viendo
pasar una que otra carreta que perezosamente se desplaza, desafiando al tiempo.
No importándole quien está apurado, sólo va, sabiendo que igual llegará a su
destino.
Vemos entonces que a los objetos de
deseo debemos darle un valor agregado: cuando más rápido produzca esa fugaz
satisfacción, mas rápido será necesario buscar otro objeto. Ésa es la trampa
del mercado, la tecnología y el capitalismo.Taponar y destaponar el deseo, en
un juego perverso de tenernos atado al consumismo, a la adicción de los objetos
parciales, que se reproducen a una velocidad cada vez más asombrosa.
Este es un
tema para el psicoanálisis, - dice Miller -porque en el psicoanálisis hay que
tomarse el tiempo, hay que tomarse el tiempo de ir, eventualmente , el tiempo
de esperar en la sala de espera, hay que tomarse el tiempo de la sesión, el
tiempo de volver y además , como dice Lacan , para que llegue a un resultado,
hace falta tiempo. Y en los tiempos que corren ¿tenemos tiempo? . Allí está justamente
el elemento que parece antiguo en el psicoanálisis. Pareciera que los
psicoanalistas no tienen lugar en la civilización actual, Baudelaire hablaba de
la brutal dictadura del tiempo.
En este punto creo tener la
oportunidad y no puedo dejar de nombrar a un gran psicoanalista paraguayo,
César Medina. Aunque no lo conocí , pero sí he leído algunos trabajos suyos muy
buenos, sobre cómo la autoridad paterna ,reguladora del deseo cumple una
función tremendamente importante y que cada vez se diluye mas a causa de un
corto- placismo perverso que impone el mercado con su slogan de “goza ya” , no
esperes , que los tiempos corren.
El fundamento de la autoridad de la
ética para el psicoanálisis, parte del hecho de que toda autoridad se ejerce en
nombre de un principio de restricción.
El padre es en su fundamento el agente de una ley restrictiva y
reguladora.
Sabemos que las estructuras clínicas
se constituyen a consecuencia de la incidencia del lenguaje sobre el cuerpo
viviente y que ellas responden a una necesidad de aparejar y regular el goce en
el campo del otro. Ellas son el efecto, como diría Freud, de una exigencia
civilizante de la satisfacción pulsional. El precio de este mandato es el de
que el objeto pleno y adecuado al goce pulsional se presente al sujeto humano
como perdido y faltante
“La
autoridad paterna , como agente que promueve el deseo, se presenta como algo
ultrapasado y estúpido. Para qué respetar e idealizar a aquel que nos impone la
regulación del deseo, la fantasía, la invención, la falta, la espera y todos
esos conflictos, si todo se puede comprar, adquirir, producir. Inclusive para
qué preocuparme en fantasear lo nuevo, que mi subjetividad y particularidad
podrían crear, si el propio mercado me satura diariamente con cosas nuevas y me
ofrece un cierto goce pulsional inmediato y a mano. Lo nuevo ya viene Pret-a porter”.
El lenguaje, con su sistema
simbólico, nos abre un cierto infinito de posibilidades y por otro
lado la responsabilidad de escoger y delimitar nuestros impulsos. Debemos hacernos
cargo así de un psiquismo, de una subjetividad deseante y responsable. Así la pulsión es el efecto de la
captura del goce en el sistema simbólico de las palabras(los significantes). El
deseo es el efecto de la intervención de la autoridad paterna en el campo
pulsional de las satisfacciones
Bueno queridos amigos y colegas,
espero no haberlos aburrido y decepcionado porque no han encontrado algo nuevo
o sofisticado. Y en honor a que los tiempos corren, ya no les robo más de su
tiempo pues debemos seguir para adelante aunque sin dejarnos llevar o devorar por la
inercia de la velocidad con que
transcurre todo.
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