lunes, 23 de agosto de 2010


Construyendo la Ciudad Analítica*

La existencia del psicoanálisis no está garantizada en modo alguno, como tampoco la del inconsciente. Más que a una existencia, el inconsciente apunta a una insistencia. Así, ese ruido trepanador del oído, que intercepta todo esfuerzo por transparentar la comunicación, justifica que exista el dispositivo psicoanalítico para escuchar el malentendido humano en la sesión, y por qué no, en aquello que Freud denominó El malestar en la cultura, libro donde, ya desde los inicios del Psicoanálisis, no podría sino poner una palabra sobre la complejidad de las relaciones sociales y su dinámica.

En la sincronía del deseo, sin nostalgia por el pasado y sin esperanzas de futuro, ni pioneros ni consolidados, en la huella segura de la enseñanza de Lacan y su lectura de Freud, queremos formarnos cada día como analistas, sólidos en la práctica clínica y en la crítica cultural. Para no pecar de pesimista, debo decir que sobra con la tarea de, entonces, hacer existir el psicoanálisis y operar sobre el deseo del analista y la transferencia.

En una sociedad como la paraguaya, donde la precariedad amenaza desde dentro y desde fuera los mejores intentos de constituir y consolidar los cimientos institucionales, hacemos la apuesta con este boletín, en ese futuro anterior de la confianza, por el apoyo decidido de los jóvenes, estudiantes y profesionales, despiertos y alertas a escuchar y
descifrar el síntoma, allí donde la ausculten.


Tal como el griego Diógenes un día, buscamos construir la ciudad analítica rastreando esa (x), esa incógnita oculta en los pliegues de los dichos y hechos, individuales y colectivos de las formaciones del inconsciente: los chistes, sueños, lapsus y síntomas cotidianos.

La sociedad paraguaya necesita reinventarse desde una renovada lectura psicoanalítica de sus síntomas, desde una mirada al sesgo, a pesar de sus resistencias seculares.

Solo reinventando cada día el nudo de experiencias que nos une a ese saber no sabido del inconsciente, habremos dejado la estela o huella productiva de un saber que no se sabe.

Osvaldo Gómez Lez
 
* Publicado en: Al Sesgo. Boletín Nº 1, Año 0. APPA, Asunción, Agosto 2010.

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