Fernando
Bachero o lo oculto que sale a la luz
por Mara Vacchetta Boggino
Fernando Bachero es un artista difícil y ferozmente impactante. Mayormente dibuja en
cartulina blanca y hace y sombrea sus trazos con lápiz negro. Él ahonda hacia
una realidad que a nuestros ojos de simples mortales nos está vedada. En efecto, son figuras muy
próximas y familiares a nosotros y nuestras vivencias pero finalmente, no son
de nuestro mundo. Yo diría que Bachero
ahonda en un estilo que reverbera en lo ominoso y desde lo horripilante él nos
ofrece sus mejores obras.
Lo ominoso
Sigmund Freud dice que lo ominoso, lo abominable, es una dimensión
que de tan cercana y familiar no la
captamos como nuestra. Como bien nos señala el maestro vienés, en su muy
curioso capítulos titulado “Lo siniestro” ( Das unheimliche) por más de que la Estética no se circunscriba
a la ciencia de lo bello - pues es doctrina de las cualidades de nuestro sentir- el ámbito de lo que provoca angustia y
horror, suele descuidarse en los tratados de Arte o casi silenciado como
marginal. Esto dice Freud en 1919, no obstante ahora notamos que al lado de lo
bello, lo grandioso, lo atractivo, hay una tendencia cada vez más extendida de
que la Estética se ocupe de los sentimientos provocados ante lo contrastante,
repulsivo y doloroso.
Es probable que
esta orientación que se constata cada vez más en las salas de exposiciones
tanto en Asunción como en el mundo, sea por la amenaza de catástrofes como nos advirtiera
Noam Chomski En efecto, Chomski profiere
alarma de que el calentamiento global por el ataque al medioambiente, es tan
destructivo y fatal como la hecatombe atómica. Entonces, se torna menos infrecuente que los artistas, los creadores todos – que
vislumbran “un poco más allá” de la realidad cotidiana- nos inunden con
películas y otras manifestaciones visuales y sonoras, de alto contenido
angustiante.
Arte y juego
Freud también nos dice, en “El poeta y la fantasía” del rol lúdico
del Arte, en el sentido de que éste nos
ayuda a elaborar ansiedades y anhelos no cumplidos y sueños irrealizables. Freud
compara el trabajo del poeta al juego del niño quien así elabora sus temores y
dolores y ejerce un dominio ilusiorio sobre la realidad. Esa misma técnica le
adjudica al poeta quien permite a su audiencia que muchas de nuestras
exitaciones en sí penosas, se conviertan en vivencias placenteras. Cuántas veces arrojamos la carga demasiado
penosa de la vida ( vivimos en un valle de làgrimas, rezan las letanías de las viejas católicas) en el disfrute de películas cómicas y los programas de
humor!! Es que Freud nos enseña a que el Yo no renuncia nunca a su fuente de satisfacción sino que la suple por otra experiencia que su
cultura y sociabilidad le permitan. Pero sepamos que el placer de hoy es mero
subrogado del placer anterior. El artista –dice Freud textualmente- nos
“soborna” menguando el sentido egoísta
de la ensoñación con la prima de placer formal, escenificando sus fantasías.
Funciòn de lo ominoso
Entonces pareciera una contradicción con lo que comentamos del arte
que procura disfrute ante lo inquietante
y siniestrode Bachero ¿ cómo explicar esta aparente paradoja? En este punto
recuerdo a Igmar Bergman quien decía en una entrevista que él veía caminar
alrededor de él a la Muerte y que si no fuera por sus películas, él
enloquecería. Que hacer Arte le ayudaba a objetivar, cristalizando en imágenes,
sus fantasías. Shelling decía de lo siniestro que es aquello que "estando destinado a permanecer en el
secreto, en lo oculto, ha salido a la luz"….
Freud
decía por ejemplo, que la angustia por los ojos, la angustia de
quedar ciego es con harta frecuencia un sustituo de la angustia ante la
castración".Esta reflexión la hacía a propósito del cuento de
Hoffman, “El hombre de arena”, que cuenta la historia de un hombre atormentado
cuyas aventuras amorosas trágicas, eran
resultado de unos terrores infantiles en relación a un padre sumamente severo.
Pues bien, Hoffaman utiliza sus pesadillas
como materia prima para su producción intensamente creativa. Este prusiano inspiró a Edgar Alan Poe y a
Lovecraft. Ahora lo tenemos a Stephen King, a Tolkien . Ray Bradbury, por ejemplo, con su “Pais de octubre” nos pinta su
imaginario tenebroso y nos da placer al encontrarnos y poder enfrentar a nuestros miedos gracias a que él los pone a
dramatizar y a sufrir a otros ( que nos ahorra a nosotros ser los
protagonistas). Así Bachero nos regala sus ensoñaciones y todos nos vemos allí,
en el lado en que no nos gustaría vernos, pero “como les sucede a otros”, se
digiere mejor.
Es más, parafraseando a
Freud, Bachero nos soborna y anestesia y
encanta con su estética transgresora y espléndida!
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